sábado, abril 24, 2010

ORIGEN DE LA PALABRA ALUMNO

Tomado de:
http://educador_13.espacioblog.com/post/2007/07/18/origen-la-palabra-alumno

ORIGEN DE LA PALABRA ALUMNO

LICENCIADO: RONALD RAMIREZ OLANO
FORO ESTUDIANTIL 2007

Dentro de este mundo con tantos cambios y cuestionamientos, nos surge una inquietud que se concreta en la siguiente pregunta:

¿Por qué tenemos que llamar a nuestros estudiantes “alumnos”?
EL ORIGEN GRIEGO:
Desde el punto de vista de la etimología, “alumno” deriva de a = sin; y lumen = luz.
En otras palabras un estudiante es el “sin luz”.
Es la persona que no tiene la luz del conocimiento, que es ignorante y
por lo tanto necesita de alguien que lo ilumine, a este alguien se le
llama “maestro” o docente.

Esta definición, muy clara por cierto, es la que ha dominado el
mundo en todo el siglo XX y está entrando al s. XXI con cierta fuerza
si es que no nos damos cuenta de lo que estamos entendiendo.

Por supuesto, no tiene nada que ver con la concepción de “Alumno”
que mantenía Sócrates, con su famoso método “mayeútico”, quien en la
escuela “peripatética” ayudaba a sus discípulos a “dar a luz” sus
propias ideas, a defender sus opiniones, a reflexionar y discutiendo,
mejorar su conocimiento en un proceso de “paseo” y de diálogo.

En otras palabras, Sócrates enseñaba algo muy elemental que recién hoy
lo re-descubrimos: “vivir con ideas propias y no con ajenas”. Por lo
tanto, no se trata de recitar fórmulas o conocimientos a ciegas, sin la
propia convicción.

Cualquier estudiante, ante cualquier tema debería ser capaz de decir su
propia palabra, su propia convicción y todo aprendizaje debería estar
encaminado al desarrollo de esta competencia. Nunca un estudiante
debería repetir a ciegas lo que le dijo el maestro, o el texto, o
porque “está en el programa hay que aprenderlo…”

Mayéutico es el ayudar o facilitar a “dar a luz”, el ayudar a
desarrollar el propio conocimiento, Esto lo veremos mas adelante, por
el momento hago la diferencia ente el concepto devaluado y el auténtico
origen.

LENGUAJE, DESARROLLO HISTÓRICO Y CULTURA
1. SIGLO XX
El lenguaje que usamos como instrumento de comunicación está determinado por el significado que le damos a las palabras.
Este significado depende del paradigma en el que nos movemos o
dicho de otra forma, depende de la filosofía de vida, de la cultura y
del nivel de desarrollo de nuestras capacidades para poder entender con
la misma palabra una u otra cosa. Es decir, la comunicación es el arte
de poder expresar en palabras, gestos o con el silencio nuestras ideas
y sentimientos según el propio valor que le damos.

Cuando decimos “alumno” estamos expresando inconscientemente, el
valor que le damos al estudiante, es decir, a la persona que no tiene
luz y que el “iluminado” del profesor se la dará.

Está basado en una filosofía determinada, es decir, en una
concepción de sociedad, de persona humana, de educación, de política,
etc. etc. es decir, es todo un paradigma el que sustenta este concepto,
que se traduce en una sola palabra: HACER educación..

Esta concepción corresponde al paradigma racional donde el Ser
trascendente ha sido sustituido por el dios de la razón. Se inicia con
la revolución científica del s. XV y llega a su esplendor en el s. XX
con la proliferación de las ciencias, del conocimiento y la tecnología.
…Cada vez sabemos más de cada vez menos…

La conceptualización de Educación corresponde a un modelo mental que
concibe al estudiante como una tabla rasa en la que hay que ir
“escribiendo” – iluminando – a lo largo de unos años determinados, una
serie de conocimientos pre establecidos por las autoridades,
sistematizados en un programa, a través de unos métodos y técnicas,
ofrecidos por unos maestros – magister dixit – y en un ambiente llamado
aula, esperando como resultado una conducta determinada que será
reforzada con premios o con castigos.

Esto es lo que se llama el “conductismo” basado en la teoría de Paulov
de los reflejos condicionados y en la teoría sobre el aprendizaje de
Skinner.

Esta concepción de estudiante ha permitido organizar los sistemas
educativos en base a lo que se llamó “educación bancaria” donde hay que
“depositar” o “grabar” conocimientos de forma progresiva, según la edad
de los “a-lumnos” y cada cierto tiempo, ver cuán bien están depositados
o grabados, se llama “evaluación”.

La educación viene de fuera hacia adentro, se la da en periodos mas o
menos cortos de la vida con un currículum fragmentado y en momentos
espasmódicos y esporádicos de exámenes.

Esta concepción ha permitido elaborar textos escolares, cada vez
mas estimulantes para permitir una conducta esperada, ha permitido
organizar la gradación escolar, media y superior, ha permitido elaborar
una serie de técnicas cada vez más sofisticadas como los “textos auto
programados”, para permitir un “aprendizaje” mejor (léase, una
iluminación mejor) y por último ha permitido elaborar los sistemas mas
refinados de evaluación, es decir de medición del grado de aprendizaje
de la conducta esperada (depósito o grabación) según la programación
pre establecida. Para toda esta parafernalia se ha construido un
andamiaje administrativo perfecto que garantiza la marcha del sistema.

El extraordinario desarrollo del conocimiento, de la ciencia y la
tecnología ha permitido crear un sistema educativo con las
características nombradas, pero al mismo tiempo, garantizar la
perpetuidad del sistema, hasta el punto de que el sistema educativo se
ha convertido en el mejor instrumento reproductor del Paradigma
Racional.

2.- SIGLO XXI
Paradójicamente, este inmenso desarrollo también ha permitido el
cuestionar el paradigma a la luz de los resultados del mundo y de la
sociedad de hoy. La educación se convierte en el mejor y más eficaz
instrumento del cambio.

Empieza a derrumbarse el antiguo paradigma y empieza a nacer un
nuevo con características diferentes a las anteriormente nombradas. A
este nuevo enfoque se le llama “paradigma sinérgico”.

Supone una concepción, una filosofía distinta de la anterior. No
la anula, tan sólo la absorbe y mejora cualitativamente en un proceso
de maduración de la humanidad.

Esta maduración, supone también la maduración de la ciencia, de la moral, del sentido político, social de la sociedad.
El s. XXI nos depara una nueva concepción de educación basada en el
desarrollo de valores, ya no sólo de conocimientos. “La ciencia sin
conciencia deja de ser ciencia”

Esta nueva concepción holística de persona humana, de sociedad, de
política, de educación y escuela, supone un enfoque sistémico de la
realidad donde lo espiritual en su sentido más amplio, prima sobre lo
racional, que como ya se dijo, no lo elimina, sino que lo incluye y lo
supera en un proceso de maduración histórica.

Esta nueva filosofía da paso a una nueva teoría pedagógica, donde
“a-lumno” ya no es el “sin luz”, donde no sólo se hace educación, sino
que hay que SER educador.

El estudiante es la “persona” que cuando nace hereda toda la
historia de la humanidad, es producto del desarrollo histórico, por lo
tanto, se va asimilando poco a poco a su cultura, sus valores y su
cosmovisión, al conocimiento, la ciencia y la tecnología que hasta ese
momento la humanidad ha desarrollado.

La persona no sólo es cabeza y menos grabadora, es una compleja
unidad psico-bio-social compuesta por cinco elementos entrelazados
sustancialmente que los llamamos ámbitos, que a su vez, cada uno de
éstos está compuesto por una serie de capacidades.

“Psico” puesto que esencialmente el ser humano es “espíritu” (psigé =
alma en griego). Justamente lo que diferencia al humano de los otros
seres vivos es su “espiritualidad”, su capacidad de amar, de
planificar, de prever, sus valores morales que se manifiestan en un
cuerpo – “bio” – cuyo órgano es el cerebro, y cuya función es la mente.

Así tenemos el ámbito cognitivo con su serie de capacidades, el
ámbito afectivo, el valorativo, el psicomotor y el social, cada uno con
sus respectivas capacidades.

La persona humana, es mas “humana” (desarrollada) en la medida en
que desarrolla sus capacidades, es una potencia que a lo largo de la
vida va madurando y convirtiéndose en un ser cada vez mas completo.

Por lo tanto, la educación no se da en periodos cortos, sino como
un proceso de toda la vida: el aprendizaje es permanente y sólo dejamos
de aprender cuando bajamos a la tumba.

El aprendizaje no está referido al ámbito cognitivo solamente,
sino a todos los otros cuatro, por eso, la educación es el desarrollo
de TODA la persona humana, viene de adentro hacia fuera como un proceso
dinámico, continuo de crecimiento.

Educación es sinónimo no de instrucción, sin de FORMACIÓN. Donde
el docente es el “mayéutico” o facilitador para que el estudiante
descubra, internalice, relacione y logre un mayor dominio de la
ciencia, del conocimiento y desarrolle al mismo tiempo valores que lo
acerquen mas a los otros estudiantes, al mundo y si mismo, puesto que
el aprendizaje es un proceso colectivo de construcción de historia, en
última instancia, la educación es lograr que el estudiante SEA, además
de que tenga conocimientos: sea honrado, sea creativo, sea
participativo, sea solidario, sea sensible, sea equilibrado, sea
crítico, etc. etc. Por eso, educación es igual a formación, aunque
también supone la capacitación.

De ahí que la concepción socrática de a-lumno no es el “sin luz”
sino el que da a luz a partir de unos conocimientos previos que la
cultura, el medio y la historia le han dado.

El estudiante ya tiene luz, la incrementa con la ayuda del “facilitador”, el partero, el mayéutico.
Humberto Maturana, premio Nóbel de medicina habla de cómo en la carga
genética que cada persona tiene, además de las características físicas
de los progenitores, están también elementos de tipo espiritual, como
ciertos conocimientos y tendencias, además de toda la potencialidad
hecha capacidad, valga la redundancia, y que el medio ambiente luego se
encargará de explotar gracias a los “mayéuticos (as), que no sólo son
profesores, puede ser la televisión, el video, el internet, la familia,
el barrio, la escuela o el entorno social y natural en que la persona
se desenvuelve.

Es importante por lo tanto, “re semiotizar” la palabra alumno desde esta otra óptica, darle el sentido que tiene.
En esta nueva concepción, por lo tanto, alumno es el que desarrolla
capacidades, el que descubre, el que crea nuevos conocimiento el que
transforma y el profesor es el que ayuda, no impone, es el facilitador
de un aprendizaje holístico.

Las consecuencias de esta conceptualización nos lleva a
relacionarnos con el estudiante – el alumno – en una relación no
vertical de quien sabe hacia quien no sabe, o de quien le “graba” unos
conocimientos como se hace con una casset, sino que es la relación
persona a persona, donde los conocimientos, además del texto o los
libros, están en el CD, en el internet, o el vídeo, pero la formación o
el desarrollo de las capacidades, sólo se da en este contacto personal,
El maestro es el partero, y no cualquiera puede ser partero, hay que
saber hacerlo. La improvisación puede matar...

La relación alumno-maestro cambia, puesto que también el alumno puede
enseñar al docente, es el diálogo de saberes lo que hace avanzar en el
conocimiento, el docente es también un estudiante. Claro que para esto
hace falta una virtud: la “humildad intelectual”, como para reconocer
que el alumno, que los otros, pueden también enseñar al docente, es
tener el valor de decir: “no se”.

Todos somos aprendices en este mundo.
Por lo tanto, es urgente re dimensionar el sistema educativo, los
programas, el currículum de formación docente, la escuela, la
universidad y por lo tanto, el andamiaje administrativo, sino queremos
seguir capacitando o instruyendo para reproducir el sistema caduco.

Como hemos visto, todo radica en una sola palabra: “ALUMNO”. SEGÚN
CÓMO LA ENTENDAMOS estaremos construyendo el futuro o reproduciendo el
pasado.

BIBLIOGRAFIA
FORO ESTUDIANTIL PERU-2007

ORIGEN DE LA PALBRA ESTUDIANTE
Hacia fines del siglo XIV, la palabra empezó a usarse, con el significado que tiene en la actualidad. Sin embargo, el término más antiguo y que continuó usándose durante mucho tiempo fue el de STUDIUM o STUDIUM GENERALE.
El triunfo de la palabra UNIVERSITAS con su significado actual no llego hasta el Renacimiento. Es claro que la palabra universitas, formada por los elementos unus, una unum, y verto, vertere, versum, expresa una visión globalizadora de toda la realidad.
El término universitas se empleaba ya en latín para denominar cualquier conjunto de unidades o la totalidad de una cosa: universitas navis era la totalidad del barco; universitas orationis, la totalidad del discurso; universitas generis humani, el conjunto del género humano.
estudioso

En el año 533, en el Digesto de Justiniano, aparece ya universitas con el significado de agrupación, corporación, gremio, comunidad, colegio, sociedad; a este ámbito significativo corresponde el nombre de universidades que se daba en la Edad Media al conjunto de poblaciones que para defender en común sus intereses formaban una unidad jurídica.
En Cataluña, a partir del siglo XII y, posteriormente, en los demás estados de la Corona de Aragón, los municipios eran conocidos con el nombre de universidades. Y fue de este concepto de persona jurídica formada por una pluralidad y diversidad de personas físicas, del que surgió el nombre de universidades para las agrupaciones de estudiantes y profesores.
Veamos lo que dice el primer diccionario de la lengua española, el de Covarrubias de 1611:
UNIVERSIDAD:

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